sábado, 18 de abril de 2009

El icono de la santisima trinidad

Se pueden distinguir tres planos superpuestos: 

En primer lugar, la reminiscencia del relato bíblico de la visita de los tres peregrinos a Abraham (Gn 18,1-5). El comentario litúrgico lo descifra: “bienaventurado Abraham, tú los has visto, has recibido a la divinidad una y trina”. Y la supresión de las figuras de Abraham y Sara invita a penetrar más profundamente ya pasar al segundo plano, el de la “economía divina”.

Los tres peregrinos celestes forman “el consejo eterno” y el paisaje cambia de significado: la tienda de Abraham se convierte en el palacio-templo; la encina de Manbré, en el árbol de la vida; el cosmos, en una copa esquemática de la naturaleza, signo ligero de su presencia. El ternero ofrecido como alimento hace sitio a la copa eucarística. 


Los tres ángeles, ligeros y esbeltos, nos muestran cuerpos muy alargados (catorce veces la cabeza en vez de siete, que es la dimensión normal). Las alas de los ángeles, así como la manera esquemática de tratar el paisaje, son la impresión inmediata de lo inmaterial, la ausencia de gravedad. La perspectiva invertida elimina la distancia, la profundidad donde todo desaparece en la lejanía y, mediante el efecto contrario, acerca las figuras, muestra que Dios está ahí y que está en todas partes.

Las tres personas están conversando – y el tema podría ser el texto de Juan: “Dios ha amado al mundo de tal manera que le ha dado a su hijo único”. (I jn 4,9) Ahora bien, la Palabra de Dios siempre es acto: toma la figura sacrificial de la copa.

El tercer plano intra-divino sólo está sugerido, es trascendente e inaccesible. Sin embargo está presente, en tanto que la economía de la salvación fluye de la vida interior de Dios. 

Dios es amor en sí en su esencia trinitaria, y su amor hacia el mundo sólo es el reflejo de su amor trinitario. El don de sí, que nunca es una falta, sino la expresión de la superabundancia del amor, está representado por la copa; los ángeles están agrupados alrededor del alimento divino. Los últimos trabajos de restauración han descubierto el contenido de la copa. La capa de pintura posterior que representaba un racimo, escondía el dibujo inicial: el cordero- que une esta comida celeste a la palabra del Apocalipsis- ha sido inmolado antes de la fundación del mundo. ( ver cita.....) El amor, el sacrificio, la inmolación, preceden al acto de la creación del mundo, están en su origen.

Los tres ángeles están en reposo que es la paz suprema del ser en sí; pero este reposo es embriagador, es un auténtico éxtasis, “la salida en sí misma”. San Gregorio de Nisa revela este misterio: "Es la mayor paradoja que la estabilidad y el movimiento estén en el mismo elemento."



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